Compartimos reflexiones elaboradas por especialistas de nuestro departamento de Psicología

Frente a la difícil situación que estamos atravesando hoy nos parece interesante realizar algunas reflexiones acerca de emociones y sentimientos que pueden aparecer y con los que necesariamente quizá tengamos que convivir estos días de aislamiento social en el marco de una pandemia mundial que nos atraviesa inevitablemente a todos.

Puede ser importante pensar algunos aspectos relacionados a las características de estas emociones, sus peculiaridades, sus impactos y sus posibilidades en tanto puedan operar como motor para generar recursos personales y colectivos que nos permitan crecer y acompañarnos mejor unos a otros; y por qué no, recursos con los que contamos que quizá puedan sorprendernos a nosotros mismos.

En este sentido nos parece importante tener en cuenta que toda crisis o dificultad puede ser tomada como una oportunidad; para crecer, aprender y descubrir aspectos sobre nosotros y los demás. Este momento que nos toca vivir, podría ser entonces pensado como una forma de ponernos a prueba, en la que se juegan recursos y estrategias emocionales propias que emergen ante las adversidades.

La situación vinculada al aislamiento es un estresor que puede incidir en nuestra calidad de vida, tanto en adultos como en niños.

Algunas de las emociones que podemos estar sintiendo en estos momentos son:

  • ENOJO:  Suele ocurrir cuando sentimos que lo que está sucediendo es injusto. Este enojo puede ser dirigido a las personas más cercanas (padres, amigos, etc.) Es importante tener en cuenta que el enojo es un sentimiento sano y es bueno que se exprese. Sin embargo también nos parece importante destacar que frente a las situaciones de encierro puede ser importante moderar estos enojos para el cuidado de quienes conviven con nosotros. Quizá podemos expresarlo transformándolo, por ejemplo en un dibujo, una pintura, o la creación de algo que nos permita expresarlo pero sin volcarlo en forma directa sobre quienes tenemos cerca. Podemos ponerle palabras, reflexionar acerca de qué nos enojó y por qué o en qué momento, buscando que los demás nos puedan entender mejor utilizando la palabra como mediador.
  • FRUSTRACIÓN: El estar en aislamiento social puede provocar la sensación de pérdida de libertad, de no poder llevar adelante proyectos y actividades personales. No poder hacer lo que habitualmente hacía, querer salir con otras personas y no poder, etc. Frente a estos cambios en la vida social habitual, es conveniente tener mayor paciencia y generar nuevos hábitos.
  • MIEDO: Es posible sentir miedo frente a una situación nueva y amenazante. Miedo a ser contagiado o a contagiar a otros miembros de la familia. Miedo a la falta de recursos económicos y de insumos básicos.
  • ABURRIMIENTO: La restricción social lleva a que las posibilidades de vincularnos con otros, de realizar actividades de ocio y esparcimiento se reduzcan significativamente. Para ello es importante utilizar los medios digitales para seguir en contacto con amigos y familiares.

En este sentido nos parece importante agregar la posibilidad de pensar acerca del aburrimiento como potencial creativo. Por momentos vivimos en un mundo que pareciera no detenerse, en una cotidianeidad que nos absorbe, que difícilmente nos permite detenernos a pensar, y donde el tiempo para aburrir- se pareciera no existir, dada la exigencia diaria de nuestras actividades. El aburrimiento entonces que hoy puede emerger, dadas estas condiciones de aislamiento, podría operar como motor creativo en tanto es un espacio nuevo que se nos presenta.

 

Tal vez contar con más tiempo disponible en casa puede resultar a simple vista y por momentos aburrido, entonces nos planteamos pensarlo como un tiempo potencial nuevo, en el que puede emerger la creatividad para transformar ese aburrimiento en posibilidades constructivas (creación personal, encuentro con otros, lecturas, películas que nos acerquen a desarrollar la imaginación, que nos acerquen al arte como creación humana, experiencias que puedan resultar humanamente enriquecedoras, etc).

Imagen de Mandyme27 en Pixabay

  • TRISTEZA: Sucede debido a la ruptura de la cotidianeidad y las restricciones en cuanto a los vínculos. Hay que generar nuevas formas de vincularnos. Todas estas emociones relacionadas a las restricciones sociales y a la incertidumbre, pueden generar ansiedad.
  • ANSIEDAD: puede presentarse de diversas formas, puede ser mediante expresiones somáticas (emergen síntomas corporales varios, dolores, dificultades para respirar, taquicardia, etc) o puede presentarse a la hora de dormir, encontrándonos sin poder conciliar el sueño, o despertándonos en la noche. Suele también expresarse en las actividades que realizamos, etc. Estos son algunos ejemplos, pero puede expresarse de otras formas también.

Lo que puede ser importante es, frente a estos momentos de incertidumbre generadores de ansiedad contar con recursos personales que nos puedan ayudar a encontrarnos más tranquilos (hacer ejercicio, escuchar música, leer, mirar una película, cocinar, etc.)

Estos sentimientos es esperable que aparezcan y es recomendable que los expresemos y los compartamos con otros. Nos ayuda a sentirnos más aliviados, entendidos y escuchados. Es importante también hablar con nuestros hijos y compartir con ellos los sentimientos que nos provoca esta situación. De este modo ellos se sentirán comprendidos y acompañados (empatía).

¿Qué sucede con los niños?

Los niños también experimentan estos sentimientos aunque los expresan a través de cambios en el comportamiento, dependiendo de la edad, también pueden expresarlos verbalmente. Podemos observarlos más irritables, con problemas de concentración. Podrían surgir nuevos miedos o conductas regresivas que corresponden a etapas anteriores del desarrollo. Es esperable que surjan dificultades de sueño, pesadillas, dormir muchas horas, dificultad para conciliar el sueño. Es altamente frecuente que demanden mayor atención de parte de los adultos referentes. Les puede costar separarse de los padres por temor a que les pueda pasar algo malo.

¿Cómo disminuir la ansiedad?. Es importantes dialogar con ellos, recordarles que existen personas de confianza (médicos) que se están ocupando de resolver la situación. Demostrarles una actitud de disponibilidad, cercanía física.

Empatizar con sus emociones, que los sentimientos que experimentan son acordes a lo que está sucediendo, que son reacciones normales y manejables. De este modo el niño sentirá confianza para expresar lo que le sucede.

Si el niño tiene crisis de enojo, es importante ayudarlos a expresar con palabras el motivo de dicho enojo y compartirles que los adultos también se sienten enojados. Esto puede ayudarles a adquirir mayor control y aprender a regular dicha emoción.

Es muy importante armar rutinas flexibles también para los niños, ya que los organiza y ordena. Ofrecerles la posibilidad de hablar con familiares y amigos, jugar, ordenar su cuarto, cocinar, hacer la tarea del colegio, hacer actividad física. Las rutinas ayudan a disminuir la sensación de desorganización y por lo tanto la ansiedad. En este sentido la rutina y el mantenimiento de algunos hábitos puede ser organizador; una actividad tiene un comienzo y un final, tiene un horario, esto delimita, enmarca y ayuda a acotar ansiedades. Si el entorno se muestra sosteniendo algunos parámetros que funcionan como ordenadores hay mayores probabilidades de que los niños sientan que también internamente están más ordenados y que sus ansiedades se pueden disminuir y contener. Sostener algunas actividades con las que ellos están ya familiarizados puede ser beneficioso.

En cuanto a sus vínculos y entorno social es importante hacerles lugar en el día a día; en este sentido ayuda también, mantener sus redes sociales de contención emocional con sus familiares, amigos y personas de confianza a través de medios digitales.

En estos momentos es conveniente ser más flexibles con los límites, no sobre exigirlos y darle prioridad a aquellos que sí consideramos importante sostener.

Ellos también están haciendo un esfuerzo muy valioso para adaptarse a los cambios. Los niños al igual que los adultos necesitan mantener espacios de juego y diversión que promuevan emociones saludables.

Es importante mantener el buen vínculo y elegir, en días de encierro, qué “batallas pelear”.

Estamos viviendo un momento que requiere mayor convivencia que lo habitual, por lo tanto pueden generarse conflictos. Es conveniente disfrutar de los momentos y espacios compartidos; almuerzos, cenas, conversaciones, juegos. Intentar no hablar de temas que sean generadores de discusiones. De todos modos es aconsejable que se fomenten y se respeten espacios y momentos de privacidad, donde cada uno pueda estar a solas consigo mismo. Los cambios abruptos de rutina, la incertidumbre y la restricción social, afecta nuestro estado emocional. Esto mismo le ocurre a los demás, por lo tanto es importante que podamos intentar en estos tiempos, ser más tolerantes con nosotros mismos y con los demás.

Lic. Soledad Bellora, Psicóloga Primaria y
Lic. Agustina Ginés, Psicóloga de Inicial