Las emociones sólo se disfrutan si se conocen y si se saben interpretar. No existen emociones positivas o negativas, existen emociones útiles o perjudiciales. Las emociones útiles – que se etiquetan como positivas – son aquellas que nos hacen sentir bien y llenos de gozo. Las emociones perjudiciales – que se etiquetan como negativas – son aquellas que nos hacen sentir mal porque no sabemos reconocerlas o manejarlas, como la ira, el enfado… Es necesario que los padres sean emocionalmente inteligentes y que sean capaces de enseñar a sus hijos a disfrutar de sus emociones siempre y cuando sean capaces de enseñarles a darse cuenta de sus emociones cuando estén sobreexcitados.
Toma conciencia de los sentimientos de tus hijos
Antes de enseñar a tus hijos a reconocer sus sentimientos tienes que hacerlo tú primero, debes reconocer los sentimientos de tus hijos.
Esto parece simple, pero no lo es. Las personas adultas en ocasiones no somos conscientes de nuestros propios sentimientos, por tanto, no puede resultar sencillo tomar conciencia de los sentimientos de los hijos.
Es necesario que seas capaz de sintonizar con los sentimientos de tu hijo y recibir su experiencia sin ningún juicio.
Siempre hay momentos para la enseñanza
Es posible que en algún momento encuentres que los sentimientos de tu hijo son incómodos, que te sientes enfadado o que no son buenos para él. Cuando tengas este tipo de pensamientos, deberás “parar” e imaginar cómo se siente tu hijo.
Tu hijo necesita un aliado, te necesita a ti. Cuando estás al lado de tu hijo ‘en medio de una tormenta’ sabrá que eres un buen apoyo emocional.
Los niños no tienen por qué enfrentarse a los problemas por sí solos sin apoyo.
Como padres, se espera que los guíen en ese proceso.
Las emociones intensas de sus hijos son grandes oportunidades para relacionarse con ellos y enseñarles habilidades de resolución de problemas, en lugar de enseñar autoridad irracional.
La magia de la empatía
Escuchar con empatía a tu hijo es el núcleo de la enseñanza.
Hay muchas formas de escuchar, quizá escuches gritos o silencio desafiante, quizá veas a un niño que llora o que grita confundido.
Los sentimientos en los momentos de tensión están a flor de piel, pero de cualquier forma, como padres, no deben tener la sensación de lucha y ver una oportunidad para reconocer la experiencia y reflejar lo que ven, oyen y sienten hacia la dirección deseada.
No pierdas la oportunidad de aprender sobre sí mismo, tú puedes conseguirlo.
El papel del los padres es empatizar, ser generosos con el tiempo y permitir comprender y describir sus sentimientos. No deben decirle cómo se siente, deben conseguir que se dé cuenta de sus sentimientos, percibir y reconocer sus emociones.
Poner nombre a las emociones
Es muy importante recordar que un niño con una rabieta no se podrá pensar en sus emociones, por eso, es necesario esperar a los momentos de calma para poder hablar sobre lo ocurrido, y acompañar siempre en todo el proceso.
Como padres, pueden ayudar a sus hijos a sentirse orientados y a saber cómo se sienten exactamente poniendo nombre a sus emociones a medida que las sienten.
Es necesario que los hijos se sientan apoyados y escuchados en todo momento.
La definición de los sentimientos ayuda a los niños a calmarse y a entender qué es lo que les ocurre.
Podrán recuperarse rápidamente y aumentar su resiliencia.
Serán capaces de encontrar soluciones a los posibles conflictos que estén viviendo y que le hacen tener esos problemas emocionales, tendrán en cuenta los límites.
Aprenderán a reconocer sus emociones como expresión y comunicación con los demás.