Por: Mtra. Marcela Castro, Prof. Rodrigo Sosa
MARCO TEÓRICO
En el Piaget, entendemos que el juego es la herramienta por excelencia para poder trabajar todas las instancias y espacios que tienen relevancia a nivel escolar.
La obra de Jean Piaget es tremendamente valiosa para la teoría del juego porque ha proporcionado un conocimiento del juego infantil hasta su momento desconocido, como era el relativo a cómo el juego evolucionaba con arreglo al desarrollo del conocimiento. Esta perspectiva de estudio servía para explicar cómo al juego se accede por grados de capacidades que dependen de la evolución del pensamiento infantil. Si bien es cierto que no es una teoría general del juego, ha de reconocérsele su importante incorporación al mundo del conocimiento científico.
Podemos afirmar, siguiendo a este autor, que una de las variables más importantes en la explicación del juego infantil reside en el desarrollo. El proceso de asimilación-acomodación justifica el aprendizaje; ambas fases son complementarias. La asimilación supone la transformación y la acomodación implica el ajuste. La adaptación inteligente resultante supone un equilibrio entre los dos mecanismos; cuando no están en equilibrio, la acomodación, o ajuste al objeto, puede predominar sobre la asimilación; entonces nos hallamos ante la imitación. O, por el contrario, puede predominar la asimilación cuando el sujeto relaciona la percepción con la experiencia previa y la adapta a sus necesidades, es decir: al juego.
Es una asimilación que consiste en modificar la información de entrada de acuerdo con las exigencias del individuo. El juego y la imitación son parte integrante del desarrollo de la inteligencia y, por tanto, pasan por los mismos períodos.
Piaget clasifica el juego en base al desarrollo en tres grandes manifestaciones:
- juego sensoriomotor
- juego simbólico
- juego de reglas.
En síntesis, cada uno de estos períodos se caracteriza por la reiteración motriz, en el primer caso; por la construcción de símbolos a partir de distintas capacidades, en el segundo; y, finalmente, por practicar y adquirir un grado de conciencia de la regla, para el último de estos tipos.
El juego sensoriomotor es un precursor del juego y se basa en la repetición de movimientos, de ahí que sea un aspecto de la asimilación, o lo que es lo mismo: la repetición de un hecho para adaptarse y consolidar su resultado. Una vez aprendida la acción, se repetirá una y otra vez, y este procedimiento es el juego. El placer funcional y el placer de ser causa surgen de la repetición de acciones a medida que el niño las va dominando durante el desarrollo.
El juego simbólico ocupa un largo período de tiempo; al principio, este tipo de juego cumple la misma función que el juego funcional en el desarrollo del pensamiento preoperacional, siendo este mecanismo el mismo de la asimilación, pero ahora para la organización y repetición del pensamiento en función de las imágenes y símbolos conocidos. Más tarde, también se asimilan e integran las experiencias emocionales del niño, de manera que es frecuente la tergiversación de la realidad en forma de fantasía. Por último, el simbolismo se acerca más objetivamente a los demás y se caracteriza por una conciencia de lo real; se considera como simbolismo colectivo.
El juego de reglas es la última expresión del juego infantil, que ya se asemeja al comportamiento habitual del adulto. El autor distingue que la regla es practicada y que a cada nivel de práctica corresponde un grado de conciencia de ella. La regla, primeramente, es utilizada de manera egocéntrica; más adelante, se da una cooperación naciente, intentando dominar a los demás con la regla; finalmente, los juegos se regulan minuciosamente, distinguiendo con claridad la regla y sus matices.
Por otra parte, la conciencia de la regla, en primer lugar, también es egocéntrica; es decir, que no existe un sentimiento de obligación, externo; posteriormente, la regla se percibe con un carácter sagrado; y, finalmente, se da la reciprocidad de la regla, es decir que se considera adecuado el intercambio de pareceres respecto a la regla.
Piaget escribió tres obras en las que se refirió más monográficamente al juego: “Le jugement moral chez l’enfant” (1932), “La formation du symbole chez l’enfant: lmitation, jeu et rêve image et représentation” (19aG) y “Response to Brian Sutton-Smith” (1966). Son trabajos precisos en los que se observa, según el autor, cómo es la evolución del conocimiento.
En su primera obra dedicada al juego, “El criterio moral en el niño” (1932), Piaget aborda la evolución de lo moral en la infancia, sirviéndose del proceso de práctica y de conciencia de la regla (Piaget, 1983); para ello, observa el juego infantil de las canicas y sobre él construye sus tesis. Esta obra, todavía en la actualidad, es una referencia indiscutible para el estudio de la regla en los juegos infantiles y de la evolución del pensamiento con arreglo a la puesta en práctica del convenio.
En definitiva, Piaget encuentra en el juego un medio para reafirmar sus planteamientos cognitivistas, aunque también desprende una marcada perspectiva social. Piaget,J.(1932).Edic.españolade1983,op.cit.
En el libro “La formación del símbolo en el niño” Piaget estudió el desarrollo de la función simbólica respecto a las estructuras cognitivas que posee el niño. Para el autor, durante una etapa característica, el juego es de naturaleza simbólica pero con una orientación personal en el funcionamiento de las estructuras cognitivas generales.
El juego es visto como una actividad con un fin en sí misma, que denomina reacciones circulares (Piaget, 1986). El progreso de las conductas infantiles partiría de este autotelismo al egocentrismo, y de éste a la simbolización colectiva que es donde aparecerían los primeros rasgos de socialización, como tal; este último período es paralelo a los primeros del juego de reglas.
La realidad de hoy…
Según Ken Robinson, la finalidad de la educación es capacitar a los alumnos para que comprendan el mundo que les rodea y conozcan sus talentos naturales con objeto de que puedan realizarse como individuos y convertirse en ciudadanos activos y compasivos. (…)
Hoy en día, estamos en una situación inmejorable para utilizar nuestros recursos creativos y tecnológicos con el fin de cambiar la situación actual. Tenemos infinitas oportunidades para captar la imaginación de los jóvenes y brindarles métodos de enseñanza y de aprendizaje con un alto grado de personalización.
¿Qué hacemos y cómo aportamos los docentes hoy?
Se es educador siempre, en toda circunstancia y en todo momento; o no se es educador.
La preocupación primaria del docente debe ser enseñar a los estudiantes a pensar críticamente, a afirmar sus propias experiencias y a comprender la necesidad de luchar individual y colectivamente por una sociedad más justa. Debemos formar hombres que estén preparados para educarse permanentemente, es decir, que posean las herramientas de trabajo intelectual que le permitan continuar aprendiendo más allá de los años de escolaridad. Esta capacidad le permitirá fortalecer su personalidad, comprender la realidad del cambio y ser un elemento creador frente a esa realidad.
Ser educador, actualmente, más que nunca, reclama ser un buen acompañante para el educando. Alguien capaz de verlo primero como persona, con todo su mundo y en segundo momento como alumno, como función. Ser buenos acompañantes no significa desnaturalizar el rol docente y convertirnos en buenas mamás o papás. Son otros roles. Cerca, pero diferentes. Integrados, pero diferentes, para no llegar a una confusión entre la escuela y el hogar, pues las tareas y los roles, al perder su especificidad escolar, se perturban.