Cuando observamos un niño o una niña fácilmente podemos captar que hay algo que la mayoría de ellos disfrutan de hacer: jugar. Es una actividad placentera para ellos, de disfrute, de socialización y de aprendizaje. Además de ser disfrutable, y de tener flexibilidad y plasticidad a la hora del encuentro que hace que parezca que una actividad lúdica es simplemente recreativa, bien sabemos que se trata de una actividad fundamental para el desarrollo emocional y cognitivo.
Nos parece importante reflexionar acerca del juego simbólico, un tipo de juego que se desarrolla en los niños tempranamente, cerca de los dos años de vida.
«Es un juego espontáneo, no reglado que permite desarrollar habilidades y por lo tanto la estimulación que venga del entorno es fundamental.«
En el sector Inicial del Colegio Jean Piaget contamos desde hace ya 24 años con un espacio específicamente diseñado al estímulo del juego simbólico. Se trata de un espacio pensado y diseñado por la psicóloga que trabajaba en la institución Lic. Laura Riotorto, quien entendió que estas experiencias era necesario estimularlas. El espacio denominado “la casita” consiste en una habitación con diferentes rincones ambientados en distintos escenarios de la vida. El ambiente familiar, el trabajo, la oficina, los oficios etc. habilitando el juego de roles y todas sus implicancias. Es un espacio al que concurren los niños, donde se despliega el juego libre y se propicia el juego simbólico.
El juego simbólico tiene que ver con la capacidad de representar mentalmente un objeto y con la capacidad de jugar mentalmente con una idea. Implica operar con símbolos, evocar conceptos, transformar. Incluye también el juego de roles que implica desarrollar un “como si” del mundo que lo rodea.
Un ejemplo sería, jugar a la familia, a los doctores, a las maestras, actuando y ensayando diferentes roles. De este modo el niño encuentra una vía por donde canalizar ansiedades y expresar libremente sus emociones, temores, angustia, rabia, tristeza; así como comprender el mundo que lo rodea. Es un tipo de juego que desarrolla la creatividad y estimula el descubrimiento de aspectos de sí mismo.
Otra dimensión del juego simbólico refiere al cuerpo con todas sus posibilidades en tanto de a poco el niño va descubriendo sus posibilidades físicas; sus habilidades motrices, el dominio de su cuerpo, sus límites en relación al espacio; esto se traduce en la confianza y seguridad que el niño va adquiriendo en sí mismo.
El cuerpo tiene un valor fundamental en esta primera etapa ya que es el apoyo para el desarrollo de estructuras psíquicas que se irán construyendo. Primero el niño es un cuerpo, con necesidades básicas. Es a partir del cuerpo y sus sensaciones, sus percepciones, que se va dando la vivencia de sentir la propia existencia en el mundo. Esta sensación de que somos uno, que habitamos ese cuerpo y que nuestro psiquismo se construye en base a los límites que ese cuerpo posee es fundamental para que el psiquismo se construya. Entonces el manejo del cuerpo en el espacio, que se da en el juego, y el registro del mismo, es fundamental para el desarrollo psíquico.
Por último, entendemos que el juego simbólico es importante en lo que tiene que ver con el desarrollo de habilidades sociales y competencias sociales, el trabajo en equipo, la cooperación, negociación y empatía. En la medida en que el niño juega a representar diferentes personajes, se desarrolla la capacidad de ponerse en el lugar de otros, de cómo vive y siente este o aquel personaje, las diferentes situaciones que el otro puede experimentar.
Asimismo, los juegos de roles implican, negociar, tolerar frustraciones, ceder y considerar los deseos de sus compañeros de juego para que todos puedan sentirse parte del juego. Estamos convencidos que el entorno y el ambiente cobran un rol fundamental para favorecer estas instancias, por lo que es fundamental propiciar y estimular el juego simbólico en los niños.
Departamento de Psicología
Lic. Ps. Soledad Bellora
Lic. Ps. Agustina Ginés